Hace un año fueron asesinados los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, además del guía de turistas Pedro Palma, en la iglesia de Cerocahui, Chihuahua.
El responsable fue identificado como José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, líder criminal de la organización “Gente Nueva” que opera para el cártel de Sinaloa en la Sierra Tarahumara.
Por ‘El Chueco’ se ofrecía una recompensa de 5 millones de pesos, pero el 22 de marzo fue encontrado sin vida en una brecha del municipio de Choix, en Sinaloa.
La Conferencia del Episcopado Mexicano asegura que a un año del crimen “todavía no hay justicia”, ni para los jesuitas, ni para los cientos de personas que han sido víctimas de la violencia.
Este martes las campanas de las iglesias católicas de México repicarán al unísono en memoria de los sacerdotes asesinados en Chihuahua, y de los muertos y desaparecidos por la violencia iglesias en México.