Alberto Fujimori fue liberado en cumplimiento de una orden del Tribunal Constitucional, a pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos pidió a las autoridades del país andino que se abstuvieran de hacerlo.
Desde que el martes el Tribunal Constitucional ordenó la libertad inmediata de Fujimori, en una la resolución firmada por tres de sus actuales seis miembros, con el voto dirimente del presidente del organismo, Francisco Morales, el país esperaba si el Gobierno iba a acatar esta decisión judicial, o si iba a prevalecer lo solicitado por la Corte de Derechos Humanos.
Horas después de la liberación del expresidente, el Gobierno emitió un breve mensaje a través del canciller, Javier González-Olaechea, y el ministro de Justicia, Eduardo Arana, donde se informó que se había acatado una sentencia del Tribunal Constitucional.
Finalmente, Fujimori, de 85 años, abandonó el penal de Barbadillo con una sonda nasal que le provee de oxígeno y con una mascarilla.
Al salir del centro penitenciario abrazó a su hija, Keiko Fujimori, la líder del partido fujimorista Fuerza Popular, y a su hijo Kenji.
“Finalmente la justicia y la humanidad se impusieron”, afirmó Keiko.