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    En la actualidad la indolencia, ¿duele? Nos afecta

    El gallo crítico

    Empecemos por el origen, en latín “indolentis”, la indolencia es la cualidad del
    indolente y la definición del indolente indica que se trata de alguien que no se afecta
    o conmueve, que es flojo, perezoso o insensible o que no siente dolor.

    Lo contrario a la indolencia es cuidadoso, meticuloso, puntilloso o trabajador y sus
    sinónimos es descuidado, negligente, desidioso o irresponsable, en pocas palabras
    alude a la falta de sufrimiento, a la presencia de la ausencia del dolor.

    La indolencia se caracteriza por la ausencia de empatía y de solidaridad es una
    forma de mirar y vivenciar al mundo desde un ángulo desinteresado y egoísta, a los
    indolentes no les importa el bienestar ajeno, y su sufrimiento no los conmueve, están
    concentrados en sí mismos.

    Si bien, es absolutamente negativa la indolencia, cobra aún mayor dimensión si se
    aloja en ámbitos que deberían estar, particularmente imbuidos de sentimientos de
    equidad y respeto a las necesidades del prójimo, como es el caso que se identifica
    la indolencia en quienes desempeñan funciones públicas.

    A que me refiero es prácticamente cada acontecimiento de la vida pública, se
    encuentra el abandono el desafane o el olvido de los funcionarios y agencias
    responsables, ya sean desde lo sucedido en Tláhuac hasta el socavón en el estado
    de Morelos, Guerrero todos los días, Guanajuato todos los días, la sobre carga de
    los tráileres, atención a la salud o nadie asume las insuficiencias (re) conocidas pero
    nunca atendidas de las capacidades instaladas. Se trata de la cultura de la
    indolencia instalada en la vida isma del Estado.

    El olvido y el descuido no tienen justificación. Hablamos de años de mal trato
    público, federal, estatal y municipal, de sus órganos especializados cuyos
    servidores han visto el deterioro de las infraestructuras, de la relación consecuente
    con las comunidades.

    Lo que se ha vivido en los últimos años o décadas, por desgracias, es el retiro del
    Estado, su renuncia a cumplir sus obligaciones constitucionales y, lo más grave la
    desnaturalización del compromiso histórico del Estado revolucionario sin que sus
    dirigentes lo hayan consultado con nadie.

    El rescate del Estado es por esto la tarea primordial que tenemos en frente, los
    historiadores e ideólogos del porvenir tendrán que rendir sus propias cuentas con lo
    que traen entre manos y con lo que contribuyeron a hacer. Pero lo que no pueden
    hacer es proponer el olvido como recurso para justificar el juicio final a que
    convocan.

    Para concluir y para finalizar de lo que se trata es de pasar de la indolencia a la
    superación de la violencia.

    Estamos a unos días de la elección, en donde se llevará a cabo el proceso electoral
    más grande de la historia del país, salgamos a votar, emitamos nuestro voto, es
    nuestro derecho, pero también es nuestra obligación como mexicanas, mexicanos
    y mexicanes.

    Hay que salir a votar, votemos, votemos seamos parte de la historia y no simples
    ciudadanos indolentes.

    Hasta aquí, el Gallo crítico.

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